Un mundo sin camareros: el vacío en la experiencia culinaria
Por Eva Gómez del Pulgar | Los camareros son los EMBAJADORES DE LA EXPERIENCIA GASTRONÓMICA, imaginar una vida sin camareros es pensar en un cambio radical en nuestra forma de relacionarnos con la comida, las bebidas y, por supuesto, con la hospitalidad. Este escenario no solo implicaría adaptaciones tecnológicas, sino también cambios culturales profundos.
Sin la figura del camarero, ¿quién o qué te va a servir un café?, pues quizá cafeteras automáticas avanzadas, las cuales podrían hacer un pedido a través de una app o un panel táctil, personalizando así el café según tus gustos y preferencias. O también podrías caminar hasta unos espacios habilitados con máquinas que preparen un expreso, un cappuccino, o, incluso un café irlandés, pero, se perdería el gesto de amabilidad, las recomendaciones, los consejos o las preparaciones especiales que hacen especial el comienzo del día de muchos clientes.
Sin la figura del camarero, ¿quién te tiraría una cerveza?
En el supuesto de bares futuristas, tú mismo podrías tirar tu cerveza desde un grifo controlado (beer walls) con una tarjeta, claro que, si no lo haces bien, la copa va a llenarse de espuma en lugar del preciado líquido dorado burbujeante.
También podría tratarse de un asistente robótico, con brazos articulados, aunque, lo más seguro, es que no te recomiende la cerveza artesanal del momento o las últimas Pale Ale o Stout del mercado.
Ni qué decir tiene que sin la figura de los camareros los platos no saldrían solos desde la cocina, podrían trasportarse con robots adaptados con bandejas, todos ellos circulando por el restaurante, y, depositando platos en las mesas como si de una fábrica con sus toros se tratase, recorriendo sus pasillos y trasladando platos de un lugar a otro.
Pero, estos robots no podrían verificar si el cubierto elegido es el adecuado, o, si, el plato depositado es el correcto, está en su punto de sal, o se necesita calentarlo un poco más.
Sin camareros, este momento tan especial y delicado de servir las diferentes elaboraciones con mimo, explicando cada ingrediente, se convertiría en un acto frío y funcional.
¿Y qué podemos añadir sobre la elección de un buen vino sin los sumilleres?
Se podría tener una Tablet en la mesa ofreciéndote las recomendaciones más elementales basadas en un algoritmo que, combinando el menú elegido con una base de datos de maridajes, decida qué tipo de bodega, uva o región será la más adecuada para regar el menú elegido. Sin embargo, ¿puede un algoritmo comprender tus gustos personales o intuir lo que quieres en ese momento?
También se podría incluir aquí la opción de poner un holograma o un asistente de voz podría explicando la historia que existe detrás de un vino o, incluso, recomendar al comensal alguno específico, según tus preferencias, pero, a pesar de lo impresionante que puede llegar a resultar este asistente, siempre faltaría la conexión humana, la capacidad de saber escuchar, el saber leer entre líneas las necesidades del cliente, y, sobre todo, el entusiasmo y el amplio conocimiento adquirido a lo largo de su trayectoria profesional.
Sin camareros se perdería la intuición, la empatía, sería un impacto social, pues un camarero o un sumiller detecta si te sientes inseguro o si quieres algo diferente, fuera de lo común. Puede ir ajustando sus recomendaciones según el momento o el contexto.
Marcando la diferencia
Elegir un vino no es solo decidir qué beber, es sumergirse en la historia de su producción, algo que un camarero apasionado puede transmitir mejor que cualquier pantalla. ¿Cuántas veces has descubierto un vino excelente simplemente porque el camarero te sugirió salirte de tu zona de confort? Sin ellos, las opciones se vuelven más predecibles.
Los camareros no solo ejecutan tareas, también aportan el toque humano: una sonrisa, una recomendación personalizada o una conversación amable. Sin ellos la hospitalidad perdería el alma, se diluiría la conexión emocional con el lugar. Aumentaría el estrés del cliente, pues en un entorno automatizado, resolver problemas se vuelve mucho más complicado.
Cambiarían las relaciones, debido a que muchas personas llegan a formar unos vínculos con “sus” camareros habituales, de confianza, que llegan a crear un sentido de familia.
Así que, aunque la tecnología puede asumir muchas funciones prácticas, es difícil imaginar que reemplace completamente el papel de los camareros. No sería un futuro muy deseable, porque más allá de servir, los camareros humanizan la experiencia gastronómica creando el puente entre el cliente y la oferta del establecimiento.