Camareros: ¿fracaso social o bajeza profesional?

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Disculpen por el exabrupto [nombre masculino.

Dicho o gesto brusco e inesperado que se manifiesta con enfado y viveza.]

Estoy harto de estar harto. ¿De dónde ha salido esta moda de utilizar la profesión de camarero como sinónimo de fracaso profesional o bajeza social?, ¿quiénes son los pedantes que ha generado esta situación? Mi madre siempre me enseñó que no hay gente ni oficios mejores o peores, que todos tienen su razón y su utilidad y, a día de hoy, sigo creyendo en esa lección.

Mi padre durante muchos y yo durante otros muchos nos sentimos orgullosos de atender desde el oficio de camareros a miles y miles de personas, a los que intentamos siempre ofrecer felicidad desde nuestro desempeño: el mejor servicio posible, amable, ágil y atento. Conozco a cientos de profesionales del muy noble oficio de camarero y también a otros miles que han pasado por él, aunque sea temporalmente, con la misma dignidad.

El oficio de camarero requiere de un conjunto de cualidades que no están al alcance de todo el mundo. Ser un profesional no es algo sencillo y exige formación, dedicación y experiencia. Pocos oficios que requieran (y tengan su esencia) en la relación humana directa requieren tanta preparación como el nuestro.

Lectura recomendada: Anatomía de un camarero.

La hostelería ofrece en España y en muchos países de nuestro entorno decenas de miles de puestos de trabajo porque es un sector de éxito, en crecimiento, que genera demanda. ¿Cuántos sectores pueden decir lo mismo? En general el oficio de camarero está bien pagado (y si no que se lo pregunten a los empleados del sector retail, administración privada, seguridad, industria pyme, etc.) y ofrece muchas más oportunidades de desarrollo profesional y carrera que casi cualquier otro. Muchos universitarios, entre los que me cuento, hemos podido prosperar gracias al sector hostelero, allí donde nuestra formación universitaria no nos llevaba a ninguna parte.

Vivimos en un país que ha crecido muy rápidamente y con muchas carencias. Toda una generación de padres envió a sus hijos a la universidad para que prosperaran, todos queríamos ser futbolistas de éxito, estrellas del rock o, simplemente millonarios. Trabajar por las noches, los festivos y/o en aquellos días y horas donde la mayoría de la sociedad tenía fiesta o descanso se convirtió en un estigma. Nadie quería “servir” a otros porque el servicio venía denostado desde los (malos) hábitos sociales de anteriores épocas. El oficio de camarero cayó en el estigma porque, al igual que algunas tareas del sector primario sea en el campo o en la ganadería, no correspondía al patrón social de éxito de la época. Pero todo eso ha cambiado, en mi opinión definitivamente. Si hay un momento donde el oficio de camarero no solo no merece el menoscabo, si no que debe enorgullecerse de lo contrario es ahora.

Estoy harto de estar harto y creo que es momento de reivindicar un noble y demandado oficio. Hoy en día, hasta los otrora bendecidos empleados de banca viven peor que nuestros camareros.

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