Camareros: ¡a brillar!

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Hola amigos, ¡feliz primavera para todos! Aquí estamos otra vez para hablar de lo que está pasando en nuestro mundillo de bandejas y pajaritas. Esta vez os propongo analizar el cambio de juego que va a dar que hablar este año como nunca. La revolución que los cazatendencias, entendidos y estudiosos del marketing gastronómico predecían ya está aquí y se está dando en la sala. Somos los camareros los que estamos elevando el puesto al punto de protagonismo y excelencia que ostenta cocina desde hace mucho.

Camareros: “Cocinar es amar, servir es cuidar”

En nuestro ambiente, tenemos que aprender a vernos como energías que se ayudan y se complementan, ¡como si fuéramos el Ying y el Yang de los restaurantes! Da igual qué parte pueda ser considerada más importante, aún si la cocina representara un 99% de la oferta, sin esa patita de la sala, no funcionaría.

Como dice uno de mis referentes en el sector, Pitu Roca: “Dar de comer es una forma más de dar amor. Y nosotros estamos para cuidar y para atender”. Es verdad, y hoy más que nunca, en un momento en que las personas están empezando a mostrar indicios de carencias afectivas porque -también en los restaurantes- se relacionan más con sus teléfonos inteligentes que con los que tienen al lado, y ese hueco lo estamos llenando los camareros.

He aquí la razón del auge de la sala y los camareros en el mundo del servicio: somos el centro de emociones del restaurante.

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La importancia de “lo que no se ve” en el restaurante

Estos valores invisibles, no se saborean de la misma manera que se degusta un plato, o una copa de vino, pero eso no significa que no estén presentes, de hecho, es lo que sustenta ese plus emocional por el que nos busca la gente. Es dar la relevancia que se merece a cosas intangibles como la amabilidad, el respeto, la cercanía, y por qué no, también la filosofía, la psicología y hasta el Feng Shui, lo que sea para avanzar en el concepto de sala del siglo XXI.

Nuestro reto pasa por conocer mejor a las personas, y para eso necesitamos aprender a escuchar activamente. Conocer a los que nos visitan nos permite adelantarnos a sus deseos y complacerles mejor, no por fidelizarlos solamente, sino porque de verdad te sientes feliz cuando ves al otro feliz.

Como siempre dice ‘Pitu’: “Ser camarero es sentirse feliz porque alguien en el restaurante ha estado un poco mejor solo porque tú le has servido”.

Dándole la vuelta a la tortilla

Al cliente hay que cuidarlo, está claro. Él es el protagonista y al mismo tiempo la audiencia dentro del espectáculo del que nosotros somos los directores. Pero tendemos a olvidar la otra audiencia que también está siendo afectada por todo lo que sucede en la sala: NOSOTROS MISMOS, LOS CAMAREROS.

Los maîtres evalúan a los camareros, los dueños los supervisan, los clientes los observan y los juzgan, todo el mundo opina, todos dan su idea de cómo han de hacerse las cosas, incluso escribimos artículos y libros sobre ello. Pero ¿quién mira por el camarero?, ¿alguien se fija más en cómo está que en cómo trabaja?, ¿se observa el camarero a sí mismo? ¿Y si le diéramos la vuelta también a esto?

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La nueva generación de camareros

La formación y los conocimientos son importantes, pero las actitudes y las emociones lo son aún más, el tipo de cualidades que no se aprenden en ninguna escuela, sino que se desarrollan, es decir, para llegar a ser realmente bueno, hay que currárselo. Un camarero no tiene que conocer solo la carta, las recetas y los vinos, también tiene que conocerse a sí mismo.

Por ejemplo: es imperativo que el que atiende comprenda bien al que está siendo atendido, y para eso tiene que aprender a ser un buen escuchador. Pero, a su vez, el camarero también tiene la necesidad de sentirse escuchado, valorado, reconocido, y no me refiero necesariamente a las propinas.

He aquí el quid de la cuestión, ¿piensa alguien en el bienestar de estas personas que son clave para que funcione la maquinaria? En sus emociones, en sus necesidades, en sus sentimientos. ¿Nos damos cuenta de si no está feliz el camarero primero, no le será fácil hacer feliz al cliente después? Pues, esto es a lo que estaba “dándole vueltas a la cabeza”. Y para encender la mecha del debate muy pronto voy a salir a escena con la última de mis ideas para reivindicar la figura de la sala que yo más quiero. Atentos, porque esta primavera trae celebraciones tradicionales y actos populares en los que vamos a estar presentes, tanto en Barcelona como en Madrid. No te pierdas mis próximos artículos, por aquí, por mis blogs, por las redes. Te prometo que te encantarán las novedades.

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Conclusión

¡Camareros! Más que nunca vamos a servir y a cuidar porque nos llegan muchas oportunidades de hacer realmente felices a las personas. Pero empecemos por cuidar y mejorar nuestra vida, nuestra felicidad también es importante, de hecho, es por aquí por donde deberíamos empezar. Y qué mejor que aprovechar nuestra faena para desarrollarnos como buenas personas, además de excelentes profesionales.

Venga, un pequeño adelanto: “Todo el significado de nuestro trabajo pasa por dar desinteresadamente algo bonito a los demás, pero al mismo tiempo es algo que estás dándotelo a ti, consiguiendo así sanarte mientras sirves a los demás”.

Muchas gracias por leerme. Hasta muy pronto amigos.

Xavi Iglesias

La sala la hacemos todos y todos hacemos de cliente

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