Para sobrevivir, dé alas a la crítica

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Domènec Biosca| Madrid

6 mayo 2013

Este artículo es la segunda parte de ‘La crítica es la gran oportunidad del siglo XXI’.

No hay cosa que soporte peor un español, y, si es un trabajador del sector de la hostelería aún peor, que la crítica hacia su persona o actuaciones y mejores modales, le resulta insoportable. En cualquier caso, el criticado se sentirá atacado y convertirá a su «criticador» en un enemigo para toda la vida.

Esta característica tan española de no aceptar la crítica y, menos aún, practicar la autocrítica, fomenta una  veterana especie de «experto en las excusas y cazador de culpables». Son los «monstruos» del «es que…».

[pullquote]Es una característica muy española no aceptar la crítica y el no fomentar un espíritu autocrítico.[/pullquote]

Sería conveniente recordar a estos «monstruos del orgullo» que están rodeados y disfrutan de relojes, coches, radios, lavavajillas, televisores, vídeos, etcétera, de última tecnología, gracias a que a alguien se le ocurrió desarrollar la crítica con propuestas de mejora en la cadena de fabricación. Tan solo la crítica que propone alternativas, pero crítica al fin y al cabo, produce avances. En consecuencia, aquellas personas que atacan al «criticador», como en la Edad Media que mataban al mensajero que portaba malas noticias, deben saber que, con su actitud, están frenando el progreso, llevando su entorno a la decadencia, ahuyentando a los clientes y originando paro y pobreza.

Las empresas cuyos equipos de dirección aceptan la crítica como una oportunidad, ganan adeptos con su ejemplo, porque transmiten esta actitud a sus equipos, consiguiendo dar «alas a la crítica», es decir, potencian la búsqueda de mejoras constantes.

En la hostelería, donde el poder crear diferencias con la competencia y el querer sorprender a los clientes se basa en la capacidad de crear y cuidar detalles, tanto de las instalaciones como de las relaciones con los clientes, el fomentar la virtud de equipo y los cambios orientados a la calidad y a los clientes.

Quisiera recordar que incluso nuestra sabia naturaleza ha creado a las personas con doble número de orejas que de boca, para que puedan, de forma natural, practicar el hábito de escuchar, especialmente los directivos a sus colaboradores y estos entre sí, con mucho respeto, paciencia y sentido del humor.

[pullquote]Quien ataca al criticador lleva su entorno a la decadencia, ahuyenta a los clientes y origina paro y pobreza.[/pullquote]

Como dar «alas a la crítica» no es cosa fácil, precisa, para conseguirlo, de directivos, jefes y mandos que sean intuitivos, creativos, polivalentes, comunicadores, que tengan mucha energía interna, que transmitan madurez y equilibrio, y que quieran ejercer de líderes de la mejora constante, sin complejos.

La ausencia de estas virtudes en los directivos y mandos impedirá la crítica y la autocrítica, y pondrá tapones a la inteligencia de los colaboradores. Será el principio de la crisis.

Le deseo que vuele muy alto con sus «alas a la crítica», verá cómo no se arrepentirá.

Si quieres saber más acerca de los consejos que ofrece Domènec Biosca a todos los negocios del sector de la restauración y hostelería, puedes adquirir sus libros enwww.educatur.com Este artículo está extraído del libro ‘Párese a pensar en la nueva hostelería y turismo del siglo XXI’


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